Un día como hoy hace 40 años el mundo quedaba conmocionado tras el atentado sufrido por el Papa Juan Pablo II, creando un capítulo aparte en la historia que incluye versiones de conspiración, un milagro atribuido a la Virgen y el perdón. Décadas después, aquel episodio sigue en la retina de muchos.

Un 13 de mayo de 1981, la Plaza de San Pedro acogía como de costumbre a una multitud de fieles que se encontraban expectantes por saludar al entonces papa Juan Pablo II durante su habitual recorrido en el Papamóvil.

La algarabía y la emoción del momento fueron abruptamente cortadas tras escucharse una serie de disparos que habían salido de entre la muchedumbre. En ese instante, el Sumo Pontífice había sido víctima de un atentado.

En total fueron cuatro los disparos que acusó Juan Pablo II: uno en el codo derecho, otro en el dedo índice y dos (que fueron los de mayor gravedad) en el vientre, siendo el autor de los mismos un extremista turco llamado Mehmet Ali Agca.

El mismo había huido de su natal Turquía luego de cometer un asesinato y otra serie de crímenes, utilizando documentos falsos para poder cruzar la frontera de distintos países hasta llegar a Italia. Una vez allí, utilizó una pistola Browning Hi-Power de 9 mm para cometer el atentado contra la máxima autoridad de la Iglesia Católica.

Tras efectuar los disparos, Agca intentó huir del lugar aunque algunos testigos lograron frustrar su plan, siendo posteriormente detenido por los encargados de seguridad del Vaticano. En el bolsillo de su pantalón encontraron una nota que decía: “Yo, Agca, he matado al Papa para que el mundo pueda saber que hay miles de víctimas del imperialismo”.

Luego de ser sometido a una intervención quirúrgica durante más de 5 horas, finalmente el Papa Juan Pablo II logró sobrevivir al atentado, siguiendo posteriormente un proceso de recuperación que le permitió llevar una vida normal y volver a sus actividades cotidianas.

Su Santidad dijo haber sido salvado de la muerte “gracias a la intervención de una mano maternal”, atribuyendo este milagro a la Virgen María. Coincidentemente, el atentado se produjo un 13 de mayo, día en que se celebra la fiesta de la Virgen de Fátima, cuya devoción se encargó de propagar con mayor fervor a partir de ese momento.

El 27 de diciembre de 1983, el Papa visitó a Ali Agca en la cárcel, ocasión en la que le regaló un rosario de nácar. Tras conversar durante unos minutos a solas, le renovó su perdón a aquel hombre que había disparado contra su humanidad y lo había puesto al borde de la muerte. Poco después de este encuentro, Agca se convirtió al cristianismo.

El extremista turco había sido condenado a cadena perpetua, pero en mayo de 1989 y gracias a su buena conducta, el Tribunal de Ancona le redujo en casi dos años la pena de cárcel. Luego en junio de 2000, el presidente italiano Carlo Azeglio Ciampi lo indultó y el ministro de Justicia, Piero Fassino, le concedió la extradición a Turquía para que cumpliese condena por los delitos cometidos antes de 1981.

El musulmán, miembro del grupo ultranacionalista turco “Lobos Grises”, permaneció en la prisión especial de Kartal hasta enero de 2010, momento en el que fue liberado tras permanecer casi 30 años en la cárcel.

El diario británico Daily Mail logró entrevistar a Ali Agca el año pasado. En dicha ocasión, éste recordó lo sucedido y mostró su arrepentimiento, agradeciendo el hecho de que Juan Pablo II no haya muerto luego de que le haya disparado en la Plaza de San Pedro.

Durante la entrevista, aseguró que la Unión Soviética estaba detrás del intento de asesinato al Sumo Pontífice, aunque en una de sus autobiografías cambió dicha versión asegurando que sólo cumplió las órdenes dictadas por el ayatolá Jomeini, quien veía a Juan Pablo II como “el portavoz del diablo en la Tierra”.

En la actualidad, Agca vive en un barrio de Estambul donde continúa haciendo una vida normal.

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