En la actualidad es casi imposible estar ajeno a las noticias que se presentan en nuestra jornada diaria. Desde el televisor hasta el celular, somos bombardeados con informaciones que en la mayoría de los casos no llaman nuestra atención, y cuando una noticia nos genera interés, ¿qué es lo primero que hacemos? La compartimos en grupos de WhatsApp (u otras aplicaciones como Telegram o Signal) de familia y amigos. Pero no nos hacemos la pregunta: ¿Era real la información que compartí? ¿Y si era una mentira? Y así, sin darnos cuenta, compartimos un contenido falso o poco certero y terminamos desinformado a nuestro entorno.
De “buena fe” y sin darnos cuenta, en muchas ocasiones compartimos una información incompleta, inexacta y en muchas ocasiones falsa, pero no lo hacemos con la intención de engañar a nuestro entorno, muy por el contrario, creemos que a los demás les puede ser útil en su rutina diaria.
A este tipo de desinformación se la conoce como: desinformación causal o culposa. Y generalmente no buscan perjudicar, dañar o desmeritar una verdad.
Y por el otro lado tenemos a la desinformación intencional o dolosa; aquella publicación que se genera con un interés en particular: manipular opiniones, poner en duda la certeza de una verdad, desmeritar a personas o realidades que son de alcance e impacto público. En este tipo de desinformación prevalece una situación denominada como “posverdad”, cuando sobre un hecho predomina más el sentimiento, creencia y opinión de una persona, sobre los verdaderos acontecimientos reales y objetivos. También son consideradas como “mentiras emotivas”.
Para el sociólogo Roberto Santander, en la actualidad estamos viviendo “la teoría de la relatividad de la información”, donde los medios de comunicación tradicionales dejaron de ser los dominantes en términos de impacto y están siendo desplazados por las redes sociales. Y aquí aparecen los famosos “influencers” que tienen un mayor alcance.
Santander dejó en claro que siempre existieron las informaciones falsas, pero que hoy la tecnología las termina masificando aún más.
LA DESINFORMACIÓN Y SU IMPACTO EN LA SOCIEDAD
¿La proliferación de noticias falsas constituye un desafío capaz de debilitar los pilares de un Estado? En Paraguay, un caso evidenciado fue la salud pública durante la pandemia de Covid-19. Al respecto la propia institución estatal reportó que en dicho escenario aparecieron en escena la desinformación y los rumores, junto con la manipulación de la información con intenciones dudosas.
Fue aquí que se dio importancia al rol de los medios y la responsabilidad del Estado en mitigar la campaña mediática de desinformación instalada y que tuvo una presencia fuerte en las redes sociales, de campañas contra la efectividad de las vacunas.
Con el fin de contrarrestar estas informaciones falsas, el senador Pedro Santa Cruz planteó en marzo del 2020 en el Congreso paraguayo un proyecto de ley “Que sanciona el incumplimiento de las medidas dispuestas ante alertas epidemiológicas y en estado de emergencia sanitaria declarada”. En su iniciativa se pretendía multar a quienes “pongan en riesgo o afecten la salud de las personas”. Sin embargo, organizaciones civiles como TEDIC (Asociación de Tecnología, Educación, Desarrollo, Investigación, Comunicación) salieron al paso para expresar su rechazo, ya que bajo el pretexto de luchar contra la desinformación o información falsa, se podía generar un retroceso en lo que refiere a derechos fundamentales de las personas y especialmente pone en riesgo la libertad de expresión.
La desinformación tiene mayor viralidad que una información verdadera y chequeada, y termina validando la información que un grupo (tribu social) ya creía con anterioridad. Expertos en la materia destacan que la desinformación no hace cambiar de opinión a los grupos sociales, sino más bien afianza las que ya creían de antemano.
El sociólogo Santander ahondó que se evidenció en las elecciones de EE.UU. que Donald Trump puso énfasis en las mentiras fabricadas por empresas para atacar a sus adversarios políticos. “Hoy la verdad ya no es relevante ni pertinente, y se impone el concepto de la posverdad, que fue adoptado por el posmodernismo, donde la verdad ya no es racional, es alternativa y cada uno tiene su verdad”, acotó. “La gente no se interesa por los hechos, sino que se guía por las emociones (…) busca aquellas informaciones o noticias que tratan de confirmar su creencia previa, suscripta en sus convicciones ideológicas-filosóficas”, agregó.
También ejemplificó el caso de Brasil, donde se observaron unas elecciones muy polarizadas: bolsonaristas versus lulistas. En este caso se evidenció que estos grupos políticos acudieron a votar creyendo fielmente en las propuestas electorales de cada bando, y reafirmaron sus posiciones ideológicas con las informaciones que iban recibiendo de uno u otro candidato. “Hubo una fuerte campaña de desinformación, como que se iba a dar un kit gay a los niños en las escuelas, y que se iba a legalizar la pedofilia”, expuso al respecto.
¿Y LAS ELECCIONES EN PARAGUAY?
A días de las elecciones internas en nuestro país, es incontable el bombardeo de información política y partidaria que vemos y escuchamos en medios de comunicación e internet en nuestro país, entre ellas, noticias falsas que desinforman y desvían nuestra atención hacia información irrelevante y maliciosa.
Esta situación nos hace preguntar si existen mecanismos para contrarrestar o mitigar la desinformación de manera local. El Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE), autoridad suprema en materia electoral y responsable de la dirección y fiscalización del registro electoral en nuestro país, se limita a ofrecer desde sus redes sociales y página web de la institución materiales didácticos para combatir la desinformación en época electoral. Pero, aparentemente, esto sigue sin ser suficiente: aún no se ha logrado disminuir las campañas de desinformación, en especial en redes sociales.
Un ejemplo de mecanismo directo de lucha contra las noticias falsas, es lo implementado por el Tribunal Electoral Supremo del Brasil, que días antes de las elecciones presidenciales, había ordenado a las empresas de redes sociales y sitios web que eliminen toda publicación de desinformación. Si las plataformas digitales no eliminaban el contenido dentro de las dos horas posteriores a la denuncia, las autoridades tenían la facultad de imponer multas.
Sería interesante que en nuestro país se comience a evaluar mecanismos similares o alternativos, por supuesto preservando y no cercenando la libertad de expresión y de opinión en las redes sociales.
¿QUÉ RESTA POR HACER?
Whatsapp, Telegram, Signal, Facebook o Twitter, algunas de las redes sociales a donde recurrimos cuando necesitamos informarnos, y en estas plataformas predomina la desinformación. No es sencillo, pero podemos evitar caer en una noticia errónea o malintencionada teniendo en cuenta estos detalles:
-Considerá la fuente: hacé clic fuera de la historia para investigar el sitio, su misión y su información de contacto.
-Chequeá el autor: hacé una búsqueda rápida sobre el autor. ¿Es creíble? ¿Es real?
-Corroborá la fecha: volver a publicar noticias antiguas no significa que sean relevantes para los eventos actuales. Podría no ser una información falsa, pero podría estar desactualizada.
-Revisa tus sesgos: considerá si tus propias creencias podrían afectar tu juzgamiento sobre algún tema.
-Leer más allá de la noticia compartida en redes: los titulares pueden ser escandalosos en un esfuerzo por obtener clics. ¿Cuál es toda la historia? Esa pregunta debe hacernos indagar más.
-Verificar si tiene fuentes de apoyo: hacé clic en los link y determiná si la información proporcionada realmente respalda la historia.
-¿Es una broma?: si es demasiado extravagante, podría ser una sátira. Investigá primero el sitio y el autor para estar seguro de la veracidad de la información.
-Consultá a los expertos: si con todo lo anterior, seguís dudando, podés ingresar a algún sitio especializado en chequear noticias o acudir a algún experto en el tema para despejar las incertidumbres.
Estas recomendaciones fueron hechas por FactCheck.org, y las podés poner en práctica para las internas del domingo próximo y las generales de abril del 2023 para no caer en una información errónea o malintencionada.
*Texto elaborado por los periodistas de Nación Media: Angélica Giménez (Canal GEN), Rosa Pereira (Radio Universo) y Brian Vicésar (Diario Hoy Digital), en el marco del BootCamp 2022 “Elecciones y tecnopolítica”, organizado por TEDIC.
*Apoyos (infografía y video): Natalia Vera Scuderi (Diario Hoy Digital).
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