La tentadora oferta de jugar en un club en Ucrania se convirtió para José Ariel López en un desafío para volver a casa.
La tentadora oferta de jugar en un club en Ucrania se convirtió para José Ariel López, un futbolista paraguayo de 23 años, en un desafío para volver a casa y dejar atrás un conflicto que echó por tierra sus sueños y mantiene en vilo al mundo entero.
En diálogo con la agencia EFE desde la ciudad de Odesa, Ucrania, a donde llegó el pasado 5 de febrero pasa sumarse al club Real Pharma, López espera que esta se conviertan pronto en «una buena anécdota que contar el día de mañana».
«Uno nunca sabe lo que le espera al salir de casa», dijo este joven oriundo de Acahay, un municipio de un poco más de 16.000 habitantes ubicado a unos 111 kilómetros de Asunción.
Llegó a esa localidad portuaria ucraniana de más de un millón de habitantes después de unos contactos que dijo haber hecho «por ahí» y a través de invitación que le hizo llegar un profesor suyo.
«Muchas veces por querer buscar nuevos horizontes y una estabilidad económica mejor te animás a dar un salto que cambia tu vida«, relató López desde su cuarto de hotel en una zona de la ciudad, donde explica están «todavía muy tranquilos», ya que no ha habido un bombardeo cerca.
Después de un viaje que lo llevó de los 38 grados centígrados de Paraguay, con escalas en Sao Paulo (Brasil) y Estambul (Turquía) hasta los cerca de 2 grados centígrados que promedian en Odesa durante febrero, había comenzado ya sus trabajos en un nuevo equipo.
«Me salió todo bien en el fútbol, pero lo que pasó aquí no me vino bien», confiesa este deportista, criado por su padre, en silla de ruedas, y quien cuenta con el apoyo de sus abuelos paternos.
Tras el estallido de un conflicto, que, según dice, ni los mismos ucranianos se imaginaron que podría explotar de un día para el otro, admite que en un principio sintió «un poco» de miedo, pero que ha tratado de «sobrellevar las cosas con calma», ya que no hay «otra manera».
No obstante, reconoce que su historia puede servir a muchos de sus connacionales.
«La verdad es que a muchos paraguayos le abrió los ojos esto, porque muchos salen del país buscando nuevos horizontes, estabilizarse bien económicamente, por el bien de la familia y uno nunca sabe lo que le espera al salir», admitió.
Por ahora, su opción es volver a su país. «Y ver qué hago allá», afirma con un dejo de resignación.
Y mientras espera por una ruta segura para salir de Odesa, López confía: «No pienso luego en nada mal, en lo único que pienso es que se normalicen las cosas y que pueda salir bien», señaló.