Pese a la tregua anunciada por el presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, que ha entrado en vigor este viernes, nuevos enfrentamientos se han producido en la provincia insurrecta de Idlib, en el noroeste de Siria. Los intermitentes tiroteos desde primera hora de la mañana han dejado al menos 15 muertos —seis soldados del ejército sirio y nueve milicianos del Partido Islámico del Turkestán, una milicia cuyos miembros pertenecen a la comunidad uigur, una minoría musulmana china, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH). Pese a los choques, una relativa calma reinaba en gran parte de Idlib, sin aviones de combate surcando su espacio aéreo por primera vez desde hace meses.

El acuerdo de alto el fuego fue sellado en Moscú para poner fin a semanas de enfrentamientos en Idlib y alejar el riesgo de un choque directo entre tropas turcas y rusas, que combaten en bandos enfrentados en el país árabe; Ankara interviene junto a milicias insurgentes —la mayoría de corte salafista— en el norte de Siria, mientras que Moscú es el principal aliado del presidente sirio, Bachar el Asad. El ejército sirio lanzó hace meses una ofensiva contra Idlib, el último bastión de los opositores al régimen. El avance de las tropas regulares ha provocado el éxodo de más de un millón de personas hacia la frontera turca, que ha quedado sellada al paso de refugiados.

Por su parte, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha celebrado este viernes el alto el fuego anunciado por Putin y Erdogan como una “muestra de buena voluntad”. Esta tregua es una “condición previa para aportar más ayuda humanitaria a la población de Idlib. La UE debe concentrar sus esfuerzos en el lado humanitario», ha añadido. El jueves, Borrell había indicado que el bloque comunitario no puede instaurar una zona de seguridad en esta provincia siria, ya que la UE “no es lo bastante potente para eso” y además está dividida sobre esta iniciativa.