Una facción criminal brasileña, integrada también por soldados paraguayos, ejecutó al gerente de una cooperativa de Guairá, luego de secuestrarlo de su casa para obligarlo a entregar el dinero que había en la entidad. Una cajera también raptada de su casa fingió su muerte y se salvó. Los malvivientes se enfrentaron con la Policía, robaron una patrullera y dejaron abandonados a uno de sus cómplices y parte del botín.
El cinematográfico golpe se inició poco antes de la medianoche del miércoles, cuando un grupo tipo comando tomó por asalto la casa de Wilfrido Metzinger Schebela, de 50 años, en la compañía Cristo Rey de este municipio, a 40 kilómetros de Villarrica.
Wilfrido Metzinger Schebela, quien se desempeñaba como gerente de la cooperativa multiactiva Carlos Pfannl Limitada, fue obligado a conducir su propia camioneta, una Toyota Hilux blanca, hasta la casa de una de las cajeras de la entidad, Rosana Elizabeth Acosta, a quien también la tomaron de rehén.
Con el gerente y la cajera, los cabecillas de la banda entraron a la cooperativa, en la colonia Carlos Pfannl, y redujeron al guardia. La gavilla vació la bóveda y tomó el resto del dinero que había en la oficina. También llevaron botellas de whisky.
Sin embargo, los criminales no contaron con la presencia de un policía que hacía guardia en la zona, ya que justamente hace un mes los directivos de la cooperativa habían sido advertidos de un posible asalto. Ese policía pidió apoyo por radio y entonces los criminales huyeron y obligaron de nuevo al gerente a conducir su camioneta hasta sacarlos de la zona.
En medio de la fuga, tres agentes de la comisaría 25ª de la Planta Urbana del distrito de Independencia se posicionaron en un camino para interceptar con su patrullera a los criminales.
Al producirse el avistamiento, los delincuentes rociaron a tiros el móvil policial, cuyos efectivos contestaron el fuego desde una cuneta donde se parapetaron. Lamentablemente, en medio de la refriega la camioneta del gerente cayó en la misma cuneta, por lo que el rehén que manejaba el rodado fue acribillado con cinco tiros debido a que los maleantes asumieron que fue una maniobra deliberada para frustrar el escape. Su cuerpo quedó en el volante. La cajera, quien estaba en el asiento de al lado, fingió haber muerto y así se salvó.
Ese momento fue aprovechado por los delincuentes para abandonar a sus rehenes y una caja de cartón en la que había G. 136 millones y billetes de dólares, euros y reales, así como varias botellas robadas.
Después, robaron la patrullera y reanudaron el escape, escoltados por otros vehículos en los que estaban los demás integrantes.
Al desplegarse el operativo policial fueron apareciendo durante las siguientes horas al menos cinco vehículos usados por la banda, entre ellos la patrullera de la Policía, así como fusiles, escopetas, rifles, chalecos y municiones. La batida se centró entonces en la zona límite con el departamento de Caaguazú