Dilse y Romualdo Engelmann es una pareja humilde de Guahory. Ella paraguaya, él brasileño, aseguran haber trabajado duro para poder comprar 20 hectáreas de tierra y asegurar el futuro de sus hijos.
“Compramos para los chicos hace 18 años. Nosotros queríamos cultivar para ellos. Les íbamos a entregar un porcentaje de las ganancias para que pudieran estudiar, pero no nos dejan, y no tenemos plata para pagar sus estudios”, comenzó diciendo Dilse.
Tienen dos hijos Cleomar André (21) y Adimir (18), quienes pretendían estudiar electromecánica en una universidad de J. Eulogio Estigarribia (ex-Campo 9) .
“Yo soy paraguaya, tengo 41 años, pero no me consideran paraguaya. Soy hija de brasileña por eso dicen que no soy paraguaya. Yo les pregunto si la sangre de los paraguayos es azul, porque la nuestra es roja. Yo nací en Toledo. Mis padres son migrantes brasileños que volvieron a Brasil. Mis hijos son paraguayos, nacieron acá”, insistió. Señaló que logró matricular a sus hijos, pero tuvieron que desistir porque no tendrán dinero para pagar la cuota.
“Queríamos cultivar soja y maíz que es lo que genera más ingresos económicos. Me duele mucho, yo les prometí a mis hijos que les iba a dar el estudio que querían, lastimosamente no puedo”, se lamentó.
Dijo que como no pueden cultivar su tierra, sus hijos tuvieron que buscar trabajo de peón y ayudar a la familia a subsistir.
Los Engelmann aseguran que compraron las derecheras de los campesinos que fueron ubicados en el lugar.
“Nos vendieron los papeles de Indert. Nosotros preguntamos si podíamos comprar y nos dijeron que no había problemas. Compré 20 hectáreas para que cada uno de mis hijos tengan 10 hectáreas”, señaló.
Por su parte, su esposo, Romualdo recordó que cuando vino a Paraguay comenzó a trabajar de tractorista con otro colono, Ildo Gibbert. “Me pagaba 60.000 mensual, 30 años atrás. Trabajé 17 años como maquinista, y ahí conseguimos comprar las tierras. Después ya me pagaba sueldo mínimo. Trabajaba las 24 horas del día con tractor. De día hacía destronque y de noche pasaba el disco. Mi media para dormir ese tiempo era de 4 horas al día”, recordó.
Mientras su esposa aseguró que trabajaba de empleada doméstica en tres casas para juntar el dinero. Hace dos años comenzaron los problemas. “Mi vecino vino y me dijo tranquilo, nosotros te vamos a cuidar tu chacra. Le dije ‘yo puedo seguir cultivando en mi chacra’, me dijo no. Hasta entre vecinos estamos comenzando a tener problemas”, dijo./Abc.