Cada 15 de febrero se conmemora el “Día mundial de la lucha contra el cáncer infantil”, como un llamado de conciencia teniendo en cuenta que la problemática del cáncer infantil es global. Como cada año, el Departamento de Hemato Oncología Pediátrica (HOPE) de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNA se suma a la iniciativa de la Organización Mundial de la Salud que para el 2030, proyecta que la sobrevida al cáncer infantil sea mayor del 60% a nivel mundial.
La Prof. Dra. Angélica Samudio, jefa de HOPE, dijo que el cáncer tiene un impacto muy importante en la salud y las consecuencias que genera son devastadoras para el niño, la niña y su familia, sobre todo desde el punto de vista social y económico. “Por ese motivo, desde la FCM UNA nos unimos a este llamado de acción para poder disminuir en cierta medida el sufrimiento de esas familias y mejorar el acceso a un diagnóstico y tratamiento oportunos y de esa manera poder contribuir con la disminución de muertes infantiles a causa de esta terrible enfermedad”.
La especialista refirió que cada año ingresan a Hemato-Oncología Pediátrica del Hospital de Clínicas, alrededor de 600 pacientes nuevos diagnosticados con alguna patología hemato-oncológica, de los cuales 150 pacientes son nuevos casos de cáncer, siendo el más frecuente la leucemia que representa el 30% y dentro de esta, la leucemia linfoblástica aguda. El otro gran grupo constituyen patologías hematológicas benignas como anemia, hemofilia y púrpura entre otros.
Asimismo, HOPE brinda asistencia a cientos de niños nivel país, a través de las Clínicas Satélite, pero que durante la pandemia estas sufrieron un retroceso debido a la situación sanitaria. Ya para el año 2022, las mismas comenzaron a reactivar nuevamente en la ciudad de Pedro Juan Caballero y actualmente con miras a expandirse al Departamento de San Pedro, con la filial de Santa Rosa del Aguaray, como uno de los objetivos a corto plazo para el 2023; señaló la Dra. Samudio.
Lamentó que una de las brechas del sistema de salud pública del país en cuanto al cáncer infantil -a pesar de existir un programa nacional de cáncer- es la detección temprana y un sistema de referencia de pacientes. “Nosotros habíamos trabajado muy bien con las Clínicas Satélite y ahora queremos volver a retomar tras la pandemia, porque durante la misma trabajábamos a nivel teleconsulta llegando a los pacientes, pero no al médico, entonces uno de nuestros grandes desafíos es volver a llegar y capacitar al médico del interior sobre el reconocimiento temprano de los síntomas de la enfermedad y la derivación oportuna”.
Cobertura asistencial
Actualmente, en el Hospital de Clínicas, cerca de 500 pacientes pediátricos reciben tratamiento contra el cáncer en sus diferentes etapas, teniendo en cuenta que el tratamiento tiene una duración de entre uno a dos años y medio, por lo que cada año se suman pacientes que reciben tratamiento año a año contra la leucemia y otras patologías hematológicas.
“En ese sentido el gasto que se genera es mucho y va en aumento, porque el tratamiento tuvo un impacto en el diagnóstico al ser este la piedra fundamental del cáncer pudiendo definir un diagnóstico y riesgo precisos, ya que el paciente con un alto riesgo recibe una quimioterapia más intensa y el de bajo riesgo recibir menos quimio”, detalló la profesional.
Y en ese contexto surgen nuevas drogas que representan lo más costoso del tratamiento. Para el efecto HOPE recibe ayuda presupuestaria de la FCM UNA, así como del Ministerio de Salud Pública a través del Programa Nacional de Lucha Contra el Cáncer, quienes proveen de ciertas drogas específicas de elevado costo. Otro porcentaje recibe de fundaciones de beneficencia como RENACI, ASOLEU y Nuestros Niños, todas ellas enfocadas en poder paliar las necesidades que puedan surgir y de mejorar todo lo concerniente al equipamiento de las habitaciones y mantenimiento general de la infraestructura edilicia, para que el niño disfrute de un ambiente agradable y confortable, a pesar de estar hospitalizado.
Sobrevida de la enfermedad
El abandono al tratamiento disminuyó a cero, aunque aclaró que durante la pandemia este aumentó al 2% debido a que los pacientes no acudieron regularmente a sus consultas e incluso algunos tuvieron que abandonar el tratamiento. “Situación que se va revirtiendo en la actualidad, puesto que ahora estamos trabajando nuevamente desde el punto de vista social para que ese abandono llegue a cero”.
La doctora Samudio señaló que el porcentaje de sobrevida es muy bueno en cuanto a la leucemia, alcanzando el 75%. Cabe recordar que la leucemia es el principal tipo de cáncer infantil, pero en la sobrevida global de todos los cánceres, se llega aproximadamente a una cifra del 60% o menos.
“El objetivo es que podamos en todos los tipos de cáncer superar esa cifra. Actualmente para el diagnóstico de la leucemia contamos con un citómetro de flujo, propiedad de la fundación RENACI. La fundación adquirió el equipo y es la encargada del mantenimiento, mientras la que FCM UNA proporciona los reactivos para realizar los estudios, que con los mismos y la parte de biología molecular podemos determinar el tipo de leucemia, lo cual hace que la medicación sea más precisa”, valoró.
Agregó que dentro del protocolo terapéutico vienen trabajando conjuntamente con el Hospital Saint Jude de niños y adolescentes con cáncer, se trata de un protocolo regional en el cual Paraguay lidera la coordinación de dicho protocolo. “Se hace la enfermedad residual mínima, se dice, en donde se evalúa la respuesta al tratamiento y de acuerdo a eso se intensifica o no el esquema terapéutico, o se indica un trasplante de médula en pacientes de muy alto riesgo que vendrían siendo el 2%, es decir que 6 a 7 pacientes tendrían la necesidad de trasplante para la leucemia”.
Cabe resaltar que el Hemato-Oncología Pediátrica cuenta con un programa de trasplante autólogo realizado a todos los pacientes con tumores sólidos. Este año, una de las metas es comenzar a hacer trasplantes alogénicos en niños. Un trasplante es alogénico cuando las células madre sanas se obtienen de la sangre o la médula ósea de un donante emparentado o de un donante no emparentado con características genéticas similares a las del paciente. “Eso implica una mayor inversión presupuestaria para la contratación de recursos humanos y sobre todo de mayor soporte en infraestructura, pero que podríamos conseguir con el apoyo del programa de trasplantes del MSP, de manera a lograr unos de nuestros objetivos inmediatos”, concluyó.
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